Un año más Meruelo ha honrado a la patrona del valle: Nuestra Señora de los Remedios. Y lo ha hecho, como siempre, con ilusión, con devoción y con la celebración de unos actos cargados de tradición y sentimiento. La llegada del mes de junio siempre es esperada en el pueblo porque el primer fin de semana de este mes se celebran las fiestas en honor a la patrona de todos. Cada año la ermita y la campa de Los Remedios se visten con sus mejores galas para recibir a vecinos y visitantes durante los festejos. Y este año no ha sido diferente. Desde el viernes hasta el domingo la ermita de Los Remedios ha sido testigo de esta fiesta tan popular y querida en el entorno, caracterizada por ser una celebración familiar en la que se vuelcan la práctica totalidad de los vecinos y a la que se suman no pocos forasteros.
Los actos comenzaron en la jornada del viernes día uno, con la celebración de un rosario en la parroquia de San Mamés y el posterior traslado de la imagen de la Virgen en procesión hasta la ermita de Los Remedios. Dentro de los actos religiosos, que no faltaron durante las celebraciones, fueron varias las misas que se oficiaron en el santuario en diferentes horarios tanto en la jornada del sábado como en la del domingo. Una de ellas estuvo acompañada y animada por el grupo de danzas Siete Villas. Y dentro de los actos de carácter más lúdico, al margen de las tradicionales romerías, y la actuación de la banda de gaitas de Cantabria y del grupo de folk cántabro Fuente Tondosa y de la exhibición de moto trial y de la exhibición de ventriloquía y humor de Elvi, cabe destacar la tradicional gran paellada elaborada por el maestro Vicente que degustaron cientos de personas. No en vano se trata de una celebración familiar en la que todos pudieron disfrutar de un bonito día campestre. La enorme carpa instalada en la campa sirvió de cobijo y refugio para los momentos en los que el agua, en forma de lluvia, hizo acto de presencia, que también los hubo.