De esta casa se conservaba únicamente la cerca que delimitaba la corralada, obra en mampostería jalonada de cubos, la portada de ingreso al solar y la caballeriza.
La Casona sufrió un incendió en la que quedó destruida en su totalidad salvo una parte del muro con una pequeña torre y el escudo de armas de la familia. Por lo que su reconstrucción fue imposible, se pudieron rehabilitar las cuadras y las caballerizas así como el muro y la torre.
Ya en el año 1550 se documenta como señor de esta casa a Pedro Gutiérrez de Vierna y a ella perteneció el último de los grandes maestros canteros trasmeranos, Marcos de Vierna, la personalidad histórica más importante del barrio.
Los actuales herederos, la familia Portilla ha reconstruido el antiguo taller de fundición que utilizaron sus antepasados para la realización de campanas.